Del bastón de Doña Águeda al florero de Llorente por Mario Villamizar

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La pluma amena y fluida de Mario Villamizar Suárez nos recuerda también múltiples circunstancias de la época independentista, como la visita de Antonio Nariño a Pamplona en 1797, y las tertulias que entonces le organizó doña Águeda; el Memorial de Agravios, que redactó Camilo Torres en 1809 para denunciar el maltrato español; los acontecimientos del 20 de julio de 1810 en Santa Fe con ocasión de la llegada y homenaje al criollo Antonio Villavicencio; la Campaña Admirable, en particular la entrada de Bolívar a la provincia de Pamplona, y los enfrentamientos con Correa, entre los que destaca la batalla de Cúcuta del 28 de febrero de 1813; el plan de reconquista española con Pablo Morillo a la cabeza, y los 12 mil soldados que llegaron; las decisiones tomadas en el Congreso de Angostura de 1819; y, la preparación y desarrollo del Congreso de la Villa del Rosario de Cúcuta, que terminó con la expedición de la Constitución de 1821, y la designación de Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, respectivamente como presidente y vicepresidente de la Gran Colombia. Cada línea tiene la impronta del investigador consagrado, y del sociólogo de la historia, porque eso era Mario Villamizar Suárez.

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Descripción

Sin embargo, una reflexión suya me llena de particular orgullo: el alcance y significado que le otorga a la valerosa acción de doña Águeda Gallardo del 4 de julio de 1810, al despojar de su bastón al corregidor catalán Don Juan Bastús, y golpearlo con el borbón, y a la posterior reacción de los criollos y demás pobladores, bastante aleccionados, lo cual identifica el grito de independencia de Pamplona. En ordenada secuencia, el autor nos recuerda los antecedentes, como las restricciones alrededor de la fiesta de San Pedro del 29 de junio, y la determinación de doña Águeda de enarbolar los ideales libertarios. Se trata, ni más ni menos, de un antecedente mayor, que prepara y anuncia un episodio hermano, dada su semejanza, conocido como ‘El florero de Llorente’, que se presentaría 16 días después en Santa Fe siguiendo la misma estrategia. La historiografía colombiana debería revisar estos acontecimientos para entender su analogía y darle al bastón de doña Águeda su verdadera dimensión. Ya Mario Villamizar Suárez nos ha indicado el camino.

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